miércoles, 8 de abril de 2009

¿Parlantes de boletería? ¡ES LA MISMA!

Existe una profesión, a menudo mal remunerada, que se sintetiza en la incondicionalidad hecha sentimiento. Implica guías, supervisiones y ciertos arbitrios poco simpáticos que se deslizan persiguiendo “lo mejor”. Sin embargo, esa suerte de persecución es necesario contextualizarla en la orilla correspondiente porque parece tratarse de aguas distintas de un mismo río.
Los hijos tenemos una extraordinaria capacidad para ignorar e incorporar en la intrascendencia del cotidiano al esfuerzo de nuestras madres: La preparación de un elaborado almuerzo puede demandar toda una mañana, en tanto sentarnos a la mesa, probar la comida y concluir con un “está muuuy salado” puede llevar 20 segundos. De este modo no hay equivalencia alguna, ni matemática ni mucho menos moral.
Por otra parte, existe una rapidez embuída en el ensuciar que enmascara el sufrido trabajo contenido en “lo limpio”. Aquí la liebre del desorden se ha doctorado, mientras que la tortuga ordenada boquea exhausta por un par de materias de un ciclo básico.
Madres y jardineros no distan demasiado en sus propósitos laborales. Si bien se desconoce a ciencia cierta –flojo INDEC– cuántas jefas de familia son duchas manipuladoras de bordeadoras a explosión, tampoco ubico a ningún nodrizo con palo y rastrillo, pero ambos superponen funciones. De este modo, se encargan de conducir un ente poco diferenciado en un principio muy principio, que necesita de sucesivas podas de formación a las que les siguen las conductivas y las de mantenimiento para fomentar y asentar rasgos salientes que hagan a la integridad del ser autónomo. Resulta meramente anecdótico el hecho de que ciertos hijos resulten febriles “Palos borrachos” en una treta discursiva que también se podría titular como “Síndrome de mala madre”.
Todavía retumban en mis oídos los parlantes del Muelle de Santa Teresita anunciando: “Atención por favor, atención por favor… Señor Alejandro Ferrin, lo solicitan en boletería… ¡A-le-jannnn-dro Fe-rrín! Lo solicitan en boletería…”. Odiaba esa instancia porque significaba el fin de mi jornada de pesca; entonces mis trece años y yo juntábamos las cañas, el mediomundo, la faena diaria de roncadoras y enfilábamos, con la cabeza gacha, pero de manera obediente rumbo a la boletería, donde el ya ausente Osvaldo husmeaba mi bidón repleto de pescado. Ahí estaba ella, sonriente de no demorarme en el llamado y con la verde mirada por lo bajo, intentando descifrar los volúmenes y los nombres propios de mis capturas.
ES LA MISMA que me regaló mi primer equipo de pesca compuesto por una caña temple dos tramos de 1.80m en compañía de un reel Corfish 25 que sabía destartalarse al primer esfuerzo;
ES LA MISMA que me prohibía el Muelle los días fríos, ventosos o con lluvia, porque si bien aquellos de nubarrones amenazantes y microgotas imperceptibles eran negociables, siempre ganaba;
ES LA MISMA que no me permitió tener mi propio mediomundo con soga hasta los 13 años por juzgar que era “peligroso” asomarme a la baranda;
ES LA MISMA que no le tomó mucho el gusto a la caña, pero que con el mediomundo con soga hace temblar a la cúpula del gremio de los cornalitos en cada lance;
ES LA MISMA que inexplicablemente pierde peces ya cañados y clavados porque debe ser la reencarnación con sede en el Gran Buenos Aires de alguna Diosa marina justiciera;
ES LA MISMA a la que intentaba no despertar en las primeras salidas tempranas de pesca, sacando, con sigilo del departamento, mediomundo, cañas, balde, bolso y la adrenalina propia de la furtiva cita salada;
ES LA MISMA a la que, al irme a subir el sol del horizonte, le dejaba en la pileta de la cocina la jarra de leche con la estela de la nata quemada como prueba de que me había ido desayunado y ES LA MISMA a la que le dejaba una nota con las provisiones que llevaba y con mi hora puntual de regreso;
ES LA MISMA que me obliga a hacer vida social en la playa, intentando abstraerme del flagelo de la pesca y ES LA MISMA que se rinde cuando al cabo de media hora abandono mate, bizcochitos y reposera para perderme en una caminata hasta el muelle a ver qué andan levantando en mi ausencia;
ES LA MISMA que rezonga cuando misteriosamente bajan las existencias de harina de trigo y de maíz en virtud de extrañas ilusiones carperas;
ES LA MISMA que sonríe cuando amanezco arropado teniendo plena conciencia de haberme dormido destapado;
ES LA MISMA que tiene lista la comida sin importar la impredecibilidad de mi arribo;
ES LA MISMA que es MADRE y PADRE por vaivenes de la vida;
ES LA MISMA a la que le debo la VIDA y nunca van a alcanzar palabras, miradas ni hechos que salden esa enorme deuda.

FELIZ DIA, MA! TE AMO!

Les deseo Feliz Día de la Madre a todas las mujeres que han traído vida a este mundo y a todos aquellos que no la tienen a su lado, el consejo no pedido de cerrar los ojos, estrujar el corazón y permitir ser acariciados o dejar atarse los cordones como antes, por ella…

PESCA PARA PRINCESAS PRINCIPIANTES

Introducción

En tiempos agónicos para aquellas monarquías azules que supieron concentrar saberes, riquezas y destinos, subsisten rosadas figuras de poder que suelen acaparar alabanzas, suspiros y arritmias cardíacas. Se trata de delicadas figuras femeninas que de pronto se topan con cañas de improviso y encarnes de ocasión, a lo cual responderemos como verdaderos Príncipes pacientes, didácticos y seguros de cada paso.
Las Princesas Principiantes constituyen un eslabón de regocijo en la cursada del verdadero docente varón de Pesca Deportiva, quien goza en la instrucción de estas Venus por dos motivos: Primeramente, la transferencia de conocimientos y el feedback estudiante-profesor es de por sí placentero y por si ésto fuera poco, el tutor se ve embargado por la estética de ellas que inspiran en cada lance, en cada pregunta y en cada mirada atenta, la verdadera necesidad de saber técnicas y comprender procesos.

Pescas para Su Alteza

Hablando de PESCA propiamente dicha, pasemos a las CAÑAS. La caña es el instrumento que le permitirá a la Princesa Principiante, lanzar la línea, clavar al pez, acaparar sus torsiones y proteger al reel sin sobreexigirlo. Las hay enterizas y en varias partes. Las primeras no se desarman, teniendo ventajas y desventajas: Son excelentes para ganar distancia en cada lance y tener un buen control de la acción (forma en que se curva la caña), ya que las fuerzas se distribuyen homogéneamente. Como desventaja citamos el inconveniente traslado que tienen desde los Palacios a los Ríos Reales, habiendo pocas carrozas adaptadas para tal fin. Las que se desarman pueden ser en varios tramos (dos generalmente, pero las hay de tres también) o bien, telescópicas. Las de varios tramos se encastran teniendo en cuenta que los pasahilos queden correctamente hilerados y coincidan con el reel; en cambio las telescópicas, como lo indica su nombre, se arman siguiendo los sueños astronómicos de los viejos telescopios copernicanos. Estas suelen ser muy pequeñas desarmadas y son fáciles de esconder debajo de cualquier regazo en cualquier fiesta Real.
Una única caña jamás puede abarcar el abanico de todas las pescas posibles, dado que las distintas formas dan una especificidad y una funcionalidad. Las hay largas y de anchos pasahilos para ganar distancia, las hay robustas y cortas para pescas de altura, las hay finas y cortas para pescas livianas y sutiles, etcétera.
Saltemos con confianza a mimar a los REELES. El reel es el aparatito manual que se encargará de contener todo el hilo que vamos a intentar utilizar para lograr la distancia adecuada en donde creemos que va a estar nuestro pez. Contendrá esas decenas o cientos de metros, pero también aclaremos que lo largará en el lance y lo enrollará (devanará) en el recupero. Los hay FRONTALES y ROTATIVOS. Concentrémonos sólo en los primeros, que son los más comunes y aquellos que las Princesas Principiantes acapararán para hacer sus primeras armas en la Pesca Deportiva.
Cuando Su Alteza intente pescar, tiene que lograr que la postura de tomar la caña y el recoger de la línea fluya por sí sola, en perfecta comodidad física y con suficiente liviandad para tener la mente despejada y actuar en consecuencia, razonando movimientos, posibles piques y toma de decisiones. ¿Cómo lograr ésto? A mi me resulta sencillo ubicar mis dedos “medio” y “anular” en el contorno de la patita del reel y cerrando así la mano, acaparar la caña con firmeza y balance. Cada una deberá encontrar la posición más cómoda.
Es hora de tocar a la puerta del NAILON, TANZA, MONOFILAMENTO o HILO DE PESCA. Se trata del hilo que permitirá alejar la línea tanto como queramos. Los hay de distintos grosores y colores. Los primeros demarcan distintos pesos que pueden sostener (a mayor grosor, mayor peso aguantan, pero más resistencia al aire y al agua, lo que se traduce en menor recorrido y mayor tendencia a ser arrastrado por la corriente del lugar) y los segundos están muy relacionados con la facilidad del Pescador para observarlos, siendo los flúo aquellos que permiten seguir con la mirada el recorrido de decenas y cientos de metros de nailon.
Pasemos al LANZAMIENTO. Si ya nuestra figura Real adoptó mi método no patentado de agarre de caña, debe extender su índice, abrir el pick up del reel (la pieza que regula la salida de nailon) y sujetar una porcioncita con la puntita de la yema de ese dedo. Sólo resta sujetar con la mano que aún no sabía dónde ponerla (la menos hábil) el extremo de la caña. Es conveniente las primeras veces, imprimir un leve balanceo hacia delante y atrás a la plomada que oficiará de peso y luego, soltar el nailon contenido en la yema. El plomo viajará hacia delante arrastrando consigo la carga de tanza que dispongamos en ese momento.
Es a recalcar que no importan marcas ni dinero; en pesca no todo lo caro es bueno, sino que el CRITERIO es fundamental a la hora de elegir el equipo que más se acercará a satisfacer el objetivo de la Princesa Principiante. Lo importante es siempre manejarse con equipos balanceados, es decir, que haya una química especial entre la caña y el reel, que el andar de ambos se desate en un solo conjunto armónico.

Criterios de una verdadera Princesa

Resulta imprescindible convencernos que los éxitos personales de la pesca, constituyen vidas ajenas. Como Pescadores Deportivos (no importa si consagrados, con altibajos, de tiempo completo, esbozos de los mismos, cualesquiera) debemos ser concientes que actuamos en consonancia con el respetar a la naturaleza y con el provocar el menor daño posible. Es así que todo aquel pez que no ha de terminar en una orgía gastronómica es obligación moral devolverlo con rapidez e idoneidad a su medio ambiente; nunca tomarlo de las agallas (dañamos su aparato respiratorio) ni tampoco disponerlo boca abajo (provocamos un desplazamiento peligroso en su sistema de órganos, por obra y gracia de Sir Isaac Newton).
Sería deseable esperar de estas damiselas de la pesca que la solidaridad, la camaradería y el buen humor sean los factores comunes del desglose de su desenvolvimiento por las riberas del Reino.

Conclusión

Se espera que este brevísimo texto sea de ayuda para que aquellas Princesas Principiantes levemente interesadas en la actividad continúen con su aprendizaje, o bien, intimen a sus Príncipes Pescadores cortejantes para que éstos diseñen líneas con mostacillas de la gama del violeta, rosado y magenta y las incluyan en sus próximas salidas de pesca.

LAS VENUS PESCADORAS

Susurran ciertas leyendas dormidas que Eva al abandonar el paraíso, lo hizo portando un trébol de cuatro hojas. Este anómalo ejemplar debería haber marcado un venturoso camino de la mujer en todo su recorrido terrenal. No obstante, debieron transcurrir siglos de vejaciones, humillaciones y postergaciones para que las fuerzas de los géneros logren equilibrarse –aún hoy permanecen ¿salvables? asimetrías–.
El proceso de domesticación coartó libertades femeninas e inspiró un conjunto de reticencias suscriptas al interés de la mujer por algún punto trasgresor de sumisas veneraciones a la cocina, a la limpieza y a los hijos. El tiempo y las articulaciones de una sociedad equivocada se cargaron al hombro las responsabilidades de afianzar el tabú de la mujer independiente, culta y autárquica; con sus intereses desperdigados por doquier, evitando el confinamiento a la vera de una espalda masculina.
El mundo de la Pesca Deportiva, ciertamente destila un machismo insoportable. Las pocas mujeres que intentan ser parte de él –a menudo inconscientemente– se atañen a ser meras acompañantes con largas caras de tedio, las cuales denotan que su presencia allí se justifica en la devolución de una pretérita salida humillante que su pareja supo satisfacer en un determinado momento. Por otra parte, me enorgullece ver verdaderas mujeres apasionadas por la pesca. Aquellas que ante la repulsión natural de encarnar una lombriz contorsionista, no se dejan vencer por el aparente asco, pensando en la sensación de liviandad y paz que supone el vuelo de sus plomadas al punto donde creen que está el pique. Aquellas que se turban de alegría cuando sus cañas bailan en un compás de laguna y peces. Aquellas que comparten la filosofía del disfrute del aire libre y priorizan el momento vivido entre amigos y familia. Claro que se encuentran en peligro de extinción y no hay legislación alguna que las ampare.
Resulta lastimoso que el hombre no integre a la mujer acompañante en la actividad; que a cada pregunta de ella –sin importar lo básica o graciosa que resulte a oídos jactados de saber y experiencia– la respuesta consecuente sea socarrona o acertada, aunque con modos equivocados. Estos hombres no perciben la diferencia entre sus mujeres –hijas, sobrinas, novias y/o señoras esposas– y cualquier accesorio inherente a la salida; básicamente porque no valoran lo gratificante que es la extensión del saber y suscriben al concepto de “sexo débil”, cuando existen pocas cosas tan maravillosas como la silueta de una mujer con caña y reel, recortando el atardecer de un espejo de agua.
En la Costa Atlántica Bonaerense se da el curioso fenómeno del acercamiento de la familia en general y de la mujer en específico, al mediomundo. Seguramente los tiempos estivales promueven de sobremanera actividades que salen del contexto normal del año calendario y alquilar un mediomundo en una noche de Enero se toma como una gran aventura. No ocurre lo mismo con las pocas valientes que se le atreven a la caña. Esto tiene dos aristas filosas de exclusivo dominio masculino: En las antípodas de este artículo hallaremos al arcaico supramacho testosterónico que prohíbe terminantemente que le toquen el equipo, aduciendo incapacidad y presunción de malos augurios, cuando aquellos que presenciamos la situación nos desayunamos de su franca idiotez. De más está decir que prefiero ahorrar mis condolencias hacia semejante mediocridad. Otra causa de frustraciones femeninas es la inconsistencia de un profesor que, aunque bien intencionado, falla en su intento por encantar. Sabido es que las reprimendas viscerales que éste puede vertir durante el proceso, no son compatibles con la sensibilidad de la Venus Pescadora inexperimentada.
Por ello, debiera procurarse que una pequeña captura, pero PROPIA de ELLAS, provoque la sonrisa más desestablizante que podamos percibir; debemos ser nosotros los que complazcamos los deseos de una salida de pesca que, de la nada, fuese planeada por ellas y debemos saber apagar cada interrogante específico con tibias palabras y dulces modos para multiplicarles el interés por esta actividad tan sagrada.
Es necesario comprender, desde nuestra más involucionada hombría, que la vuelta de tuerca para que el hecho de ser MUJER y PESCADORA deje de ser incomprendido para ser absolutamente comprensible está en nuestras manos.
Los jóvenes hombres pescadores nos enfrentamos ante la encrucijada de apaciguar la misoginia que impide que los mercados lancen modelos de varas rosadas y chalecos mosqueros sensiblemente entallados. ¿Es difícil? Quizás lo sea… Es debido mancomunar pruritos de respeto, igualdad, enseñanza, perseverancia y AMOR.
Quién nos dice que los frutos tardíos del albor de esta siembra no se traduzcan en el hombre y su MUJER, pescando uno al lado del otro y fundidos en esa mirada bien teórica y abstracta que señala en el horizonte perdido de la leva… el mismo punto para los dos.

FELIZ DIA MUJER!!! Si bien es uno solo en el año, permite justificar para qué estamos los hombres los otros 365 de este 2008…

martes, 7 de abril de 2009

¿Qué es PESCA ESCRITA?

Un bálsamo electrónico en donde el PESCADOR se relame por esencia y también quien gusta del buen escribir descubrirá el verdadero sentido de la Pesca Deportiva.
PESCA ESCRITA sencillamente es PESCA ESCRITA. Donde la PESCA y la LITERATURA se ponen una en función de la otra.