lunes, 19 de octubre de 2009

HACIENDO COSTA EN CHASCOMÚS

PROLEGÓMENOS
Recuerdo cómo y cuándo se gestó la idea. Ocaso avanzado, colectivo azul y penumbras por dentro en el retorno Lucila del Mar-Santa Teresita. Allí mi amigo Ernesto me escribió un mensaje: “Vamos este sábado a Chascomús”. Mi sí fácil titubeó un poco, pero finalmente se terminó imponiendo.

EL DÍA
El punto de encuentro era Bartolomé Mitre y Pueyrredón, en el crisol del Once. Allí el “móvil 11” estaba apostado desde las 6:45, puntillosos quince minutos antes de lo convenido. De la partida iba a ser Andrés, sobrino de Ernesto, el cual tuve el agrado de conocer en la pasada Expo-Armas. Salimos nomás.
El tiempo meteorológico había resultado una maravilla. Sol a pleno y temperatura agradable que de tanto en tanto oscilaba por alguna ráfaga. Intentamos ubicarnos en algún punto de la laguna en donde el viento no fuese un karma de frente. Así pasamos la zona del ACA y nos dispusimos enfrente del emprendimiento cerrado Parque Chascomús. Objetivo: intentar divertirnos de costa con los pejerreyes.

SACRIFICIO DE PLOMOS
La prolongación de las piedras de la orilla, la basura sumergida y otras cosas que escapan a la imaginación hicieron que haya tenido muchísimo enganche. Para colmo estaba pescando con nylon del 28 y salida, lo cual hacía del intento de tironear una verdadera lotería. De este modo, rescaté un par de bolsas y un “tetra” lleno de barro cuya marca ya la había lavado la propia laguna. Mejor, así evité ponerle un nombre con tintes de cargada a mi frustrada pesca.

MARCA REGISTRADA: “PANCHOS”
Si hay algo que destaca nuestras pocas excursiones realizadas es que el multifacético de Ernesto saca de la galera del baúl un anafe, una mesa, un par de sillas, un alero y se arma el almuerzo, es decir, “la panchada”. Andrés la matizó con una picada bestial que incluía salamines y quesos caseros. Yo, proveedor oficial de mates dulces desde el asiento trasero durante todo el camino, me dediqué a disfrutar del almuerzo. Una joya.

LA PESCA
Ni bien comenzamos los tres armamos líneas de flote. La carnada que elegimos fue la mojarra viva y nos dispusimos a arrojar los aparejos. Yo utilicé mi habitual línea de mar, con la cual tiento a los escardones desde los muelles del Partido de La Costa. 3 boyitas yo-yó de 12mm y puntero pescador. En uno de los primeros tiros y con una deriva que me había arrastrado la línea muy cerca de la costa tuve un pique feroz en la segunda boya. El cañazo fue estéril y no dio sus frutos. Mucho tuvo que haber incidido el hecho de estar pescando con monofilamento, pese a estar siliconado para la ocasión. Mala suerte. Los muchachos también acusaron un par de piques, pero tampoco pudieron sacar nada. Conforme el paso de las horas, cambié por un paternóster –el cual me produjo múltiples enganches y opté por sacar definitivamente– y otra línea de yo-yós más conspicua en color y tamaño. Nada.
Ernesto a la vanguardia, había armado un típico aparejo de fondo, encarnando con mojarra viva en los dos anzuelos. De ese tímido procedimiento llegaron las primeras capturas: 2 pejerreyes –uno de medida– y un dientudo que terminó siendo el filete vedette de la jornada. El juego verbal y las chicanas hacia su sobrino y hacia mi ya habían empezado. Pero el día en su gateo, apenas balbuceaba.
Amedrentado por los enganches, me alejé un poco del grupo en busca de un lugar que me de un respiro. Encontré un huequito en donde tirando recto no enganchaba. En una lengua de piedra seca que se adentraba en la laguna unos metritos ubiqué un cuarto de neumático quemado y muy grande, el cual fijé con piedras en su interior y me ofreció un posacaña muy poco cosmético, pero altamente funcional. Desde ese reparito obtuve pescando a fondo, encarnando con mojarra viva 2 pejerreyes, ambos de medida. Es importante atar la base de la cola de la mojarra con hilo, sin impedir el movimiento de la misma. Esto impide que el encarne se pierda en la sacudida del lanzamiento. Con respecto a los pescados, el más grande estaría en los 35 centímetros, el cual devolví con orgullo y se despidió de mi mano enérgicamente. El otro llegó muy tragado y fue a parar al balde de Ernesto. Mientras tanto Andrés con una telescópica y un Shakespeare low profile con magnético se encargaba de sacar su primer dientudo, de fondo y con lombriz. A Ernesto, el mismo que había iniciado el sendero de la pesca, la fortuna lo había abandonado. Un poquito más tarde, Andrés con su Surfish Flecha de Plata y un microfrontal Daiwa dio cuenta de un peje de 15cm, a flote y encarnando con pollo.

LA SORPRESA
Corté dos filets de dientudo gruesos y retacones, símil mojarra y encarné en la línea de fondo de mi Waterdog 4004 modificada. Hice un lance de no más de 40 metros y la dejé en mi flamante posacaña de caucho. Fui al toilette de gramíneas y al regresar la línea que había dejado recta estaba toda lateralizada. Enganche. Se había agarrado de una piedra o algo bien cerca y la línea se perdía a lo lejos. Cuando pude zafar de ese agarre, recojo un poco la línea y siento unos cabezazos espectaculares que venían del otro lado. Despacito, arrimé lo que no sabía de qué se trataba, hasta que su silueta lo vendió: un rechoncho bagre blanco, panzón y obstinado en llevarse el dientudo. Con la dirección de Ernesto Gómez, filmación a la captura y devolución, como corresponde.

EL BALANCE
La pesca estuvo negada en buena parte del día y resultó ser exigua, aunque si se pueden hallar los matices de buenas compañías, comunión con la naturaleza, almuerzo reparador y trazas de aventuras, la costa de la Laguna de Chascomús es un lugar interesante para aquel pescador poco exitista que sabe disfrutar de las pequeñas grandes cosas.

AGRADECIMIENTOS
A Andrés y Ernesto, compañeros de lujo.

Hilo del palito: 4931-6962


No hay comentarios:

Publicar un comentario