lunes, 19 de octubre de 2009

GAVIOTAS PESCADORAS+MADRUGADA

Las gaviotas son hábiles pescadoras de cuanto forrajero encuentren a su paso. Su aleteo excitado y vuelo en círculos es señal inequívoca de cardúmen a la vista.
El muelle de Mar del Tuyú representa hoy en día la más válida opción de pesca de costa desde los muelles del Partido de La Costa. Esto se debe a que no existen los enganches, producto de excelentes limpiezas invernales. De este modo, resulta un placer cuasi asiático lanzar, pescar y recoger con la misma línea en todo el transcurso de la jornada. Con semejante envión, me propuse pedalear las 36 cuadras que me separan del muelle para disfrutar de una madrugada de Octubre, plena de pesca.
Dentro del muelle estaba mi amigo Alberto, quien ya tenía una notable brótola en su balde. Junto a él estaba mi otro amigo Ramón, dos soldados de las madrugadas de Mar del Tuyú, regadas por reparadores termos de mate, café y té que saben hacerle burla al frío del mar. La carnada que resultó fatal para dar con este pez marrón de largos radios fue el sándwich de pechuga cruda de pollo enhebrado con una feta de anchoíta. Igualmente recomiendo llevar una batería de carnadas para mixturarlas de acuerdo al paladar de ocasión: no deben faltar el camarón, la anchoíta, el pejerrey y la lisa. Una sugerencia es, al visualizar una captura, acercarse al pescador y preguntarle con qué encarnó. Ese es un dato que debemos tener en cuenta.
El viento del sudeste impedía que la bajante pronosticada se cumpliera, habiendo buen caudal de agua. A decir verdad faltó el shampoo, porque las olas que rompían al pie de los pilotes e impactaban en ellos, ingresaban en la plataforma, empapando equipos y pescadores desprevenidos. Me sucedió algo que en 17 años de pesca de mar jamás había vivido: dentro de las bandadas de gaviotas que volaban frente al muelle, un par de ejemplares quedaron enganchados en la tanza de mi vara. La lucha de ellos por zafar del enredo y mi colaboración cañando con fuerza para que pudieran desprenderse se prolongó por unos minutos. Finalmente lograron la ansiada libertad.
Promediando la madrugada, comenzaron los flashes del horizonte; es decir, se vislumbraban grandes relámpagos. Viejo lobo de mar, Alberto, preparó todas sus cosas y se fue. A los 15 minutos se largó un diluvio que hizo aún más fría la noche. Pero fue una de esas famosas tormentas que “traga el mar”. No duró más de diez minutos. A todo esto había caído al muelle Mauricio, un pescador que despunta en Buenos Aires vicios de televisión, 35 mm y cañazos, llegado desde Florencio Varela y parando en Las Toninas. Mauricio sacó varias rayas chicas con el equipo liviano de su novia. Un equipito azul bien alcahuete que marcaba los piques deliciosamente.
Repentinamente tuve un pique en la vara encarnada con anchoíta y camarón, el cual me costó traer. Aquello que estaba prendido nadaba a favor de la corriente, obligándome a desplazar hacia la cara norte del morro. Cuando al cabo de unos minutos lo pude reducir, se trataba de una soberbia raya de cómodos 5 kilogramos.
En definitiva, la pesca en el mar está pasando por un grato momento pese a la desaparición de los cardúmenes de pescadillas de hace un mes atrás. Si usted es Pescador Deportivo, insomne o ambas cosas, no puede perderse una madrugada en el muelle de Mar del Tuyú.

Agradecimientos especialísimos:

Carlos Dorado y Paola Panadero del muelle de Mar del Tuyú; Alberto López Ramos, Ramón y Mauricio Pasternak, grandes compañeros de aventuras.


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